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Samuel Langhorne Clemens nació el 30 de noviembre de 1835 en Florida, un pequeño pueblo de Missouri. Después de unos años trabajando como piloto de barcos de vapor, adoptó el seudónimo Mark Twain, que significa «marca dos», es decir, hay dos brazas de profundidad por lo tanto el barco puede pasar sin quedarse atascado en el fondo. Este seudónimo revela el amor que sintió siempre por el Mississippi, el río que sirvió de hilo conductor a su vida. Se dedicó a viajar y a escribir las crónicas de sus aventuras. En 1869 reunió sus escritos en un volumen titulado Inocentes en el extranjero, cuya entusiasta recepción lo confirmó como uno de los escritores más importantes de esos años. Twain, como muchos norteamericanos de su tiempo, fue un gran inventor. Patentó tres artilugios: unos tirantes un poco extraños que resultaron complicados y no se vendieron, un tipo de impresora y un cuaderno-álbum para fotografías con páginas autoadheribles. Intercalados con los inventos y una intensa vida familiar, aparecieron los libros: Las aventuras de Tom Sawyer, en 1876; Príncipe y mendigo, en 1881; Vida en el Mississippi, 1883; Las aventuras de Huckleberry Finn, en 1885, y Un yanqui en la corte del rey Arturo, en 1889. Por estas obras se le atribuye la paternidad de la literatura norteamericana moderna. Mark Twain murió el 21 de abril de 1910. Es, sin lugar a dudas, uno de los escritores más poderosos y originales que ha dado la prolífica literatura norteamericana. Su extraordinario oído, la precisión de sus adjetivos y el realismo de sus personajes son inimitables. También inimitable resulta la personalidad del autor, un hombre de una pieza, un padre, esposo, amigo con una sensibilidad social agudísima.