Antígona

EL ETERNO DILEMA

Érase una vez en la ciudad de las siete puertas, Tebas, una mujer llamada Antígona, hija de una descendencia marcada por la tragedia familiar, a quien Sófocles le dio voz en una época en la que una mujer no podía ser superior a un hombre en ninguna circunstancia. Pero esta es diferente, cuando la protagonista decide confrontar a una sociedad, al poder de turno y a las leyes en un acto de amor incondicional, filial y fraterno.

Pese a su profunda convicción moral, sobre Antígona recae todo el peso no solo de la maldición que la persigue, sino del dilema entre la ley de los dioses y la ley natural; el hombre y su destino; los designios divinos y las decisiones humanas.

Polinices y Eteocles, sus amados hermanos, se han dado muerte uno al otro. Uno es el héroe, el otro no. Uno merece la honra, el otro no. Para las normas humanas el amor no tiene cabida; para la ley divina y para Antígona el vínculo invisible de la sangre lo es todo, aún a costa de ella misma.

Víctima y heroína a la vez, la joven Antígona es la personificación del amor: “Nací para compartir el amor y no el odio” define ne al personaje de esta tragedia en cuyo poema, vigente a lo largo de los siglos, se entrelazan temas y personajes que retratan la condición humana con sus luces y sus sombras.

Amor y odio se intercalan a lo largo de los versos de esta tragedia. Por sus virtudes literarias, Antígona es una obra clásica y atemporal al mismo tiempo, cuya lucha entre la pasión y la razón desafía al mundo actual, en un sorprendente e interminable ir y venir de los conflictos fundamentales de la vida humana.

MARISOL FRÍAS LARA