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Montevideo era una ciudad tranquila cuando vino al mundo un día de Navidad, hace muchos años. Los autos no tenían alarmas. No había semáforos en las calles, ni televisión, ni computadoras en las casas. Sus hermanos y ella iban al cine, a ver las películas del Gordo y el Flaco. Le encantaba el cine. Por un tiempo quiso ser actriz. Más adelante se aficionó al dibujo y a los libros. Un día quiso relatar las cosas que su imaginación le dictaba y dudó entre ser pintora o escritora. Mientras crecía, sus dedos se hicieron más diestros en crear vida con palabras que con siluetas y dejó de querer ser pintora. Con el tiempo, dudas y aspiraciones se juntaron para empujarla hacia el logro de sus metas.